Población
Ubicados principalmente en el departamento de Presidente Hayes en la región del Bajo Chaco, los Enxet Sur componen un total de 5.740 personas en total. Ha sido un habitante tradicional de un extenso territorio que aún hoy, con las restricciones de tránsito a causa de la instalación de propiedades privadas, sigue circulando y haciendo uso –más limitado- de su territorio cuyo límite al Sur es el riacho Montelindo, al Este el Río Paraguay, al Norte por el Riacho González.
Territorio Enxet
Espacio de difícil conceptualización desde los parámetros de la cultura occidental, se constituye desde la vida y el transitar, la memoria histórica de las actuales comunidades, la relación entre la naturaleza y su cultura. La relación tierra-hombre, no se enmarca en una relación productiva aunque tampoco en una mística del tipo conservacionista, sino en múltiples interacciones simbólicas. Los nombres de sus comunidades y otros lugares que aún conservan en su memoria como pueblo recogen parte de su historia y esta interacción en su tránsito por su territorio. Antiguamente, la ocupación de su territorio se realizaba a través de una extensa red de aldeas –permanentes y semipermanentes- conectadas entre sí por lazoz de parentesco, idioma e intercambio, se realizaba la ocupación del territorio. Cada aldea, que no alcanzaba más de 60 personas, estaba encabezada por shamanes.
La colonización operada desde el Estado paraguayo a través de la venta de tierras consideradas públicas entre 1885-1887, se realiza de la mano de misioneros anglicanos quienes penetraron junto a ganaderos y militares modificando y enajenando el territorio Enxet. Prontamente este pueblo indígena verá modificado su espacio y sus relaciones siendo ubicado en un lugar marginal con respecto a los extranjeros y propietarios del título de propiedad que hasta ese momento no tenía dueño. Para el año 1950, prácticamente todo el territorio Enxet estaba dividido entre estancias y algunas tierras menores compradas por los anglicanos. El sistema extensivo de explotación establecido en el Chaco toleró la presencia indígena en los establecimientos ganaderos, ya sea como mano de obra barata efectiva o potencial (ver Kidd 1998).
En el período colonial y, de hecho, hasta el principio del siglo veinte, los pueblos indígenas del Chaco paraguayo lograron mantener su independencia y su tierra nunca fue invadida exitosamente por los españoles ni por los paraguyos subsiguientes. Aunque esto puede ser explicado parcialmente por la presunta falta de recursos naturales de gran valor en el Chaco, un factor significativo fue la posesión del caballo por los Mbaya, Lengua-Juiagde y Enimaga-Cochaboth, en aquel entonces las naciones indígenas en mayor contacto con el Imperio Español.
En otras partes de América el caballo había posibilitado la supremacía e invencibilidad de los invasores europeos, pero los indígenas chaqueños lo habóan adoptado antes de entrar en conflicto intensivo con los españoles. Consiguientemente, pudieron neutralizar la ventaja militar de los europeos impidiendo su penetración en el Chaco e, incluso, expulsándoles de un área grande del Paraguay Oriental. Los enxet no se pusieron en contacto con los blancos hasta el fin del siglo diociocho cuando migraron hacia el Río Paraguay para ocupar el espacio dejado por los pueblos ecuestres quienes, diezmados por enfermedades, se habían trasladado al norte o habían sido incorporados por los otros pueblos chaqueños (los Lengua-Maskoy actuales son el pueblo Enxet que incorporó a los Lengua Cachaboth y es por eso que llevan ese nombre) […] Aunque los enxet mataron a un pequeño número de no-indígenas, los invasores encontraron relativamente sencillo ocupar el chaco. Se explica por un número de razones. Los indígenas fueron tremendamente debilitados por la aniquilación de su población como consecuencia de la introducción de enfermedades no autóctonas, estimándose que, entre 1884 y 1920, la población Lengua Sur cayó de 8.000 a 2.000. La posesión, por los indígenas, del rifle de repetición les dio una ventaja militar considerable y esto se puso en evidencia por una serie de masacres de comunidades de los Enxet, aun tan reciente como en los años cuarenta. También los colonizadores fueron ayudados por la ´Sociedad Misionera de América del Sur´ de Gran Bretaña la cual, desde 1880, llevó a cabo entre los Enxet una campaña de pacificación activa y exitosa ” (Kidd 1994:4-6)
Economía
Antes de la invasión de su territorio, la economía de este pueblo se basaba netamente en la cacería, recolección y pesca; también cultivaban pequeñas chacras y tenían algunos animales domésticos. Con la llegada de los españoles y otros, el trueque de pieles y plumas, entre otros objetos, en las riveras del río Paraguay era bastante frecuente. En la actualidad, la práctica de sus actividades económicas tradicionales se vuelve imposible con los recursos naturales existentes. Sin embargo, estas actividades se siguen realizando aunque no constituye un sustento o fuente nutricional constante. Se han promovido varios proyectos agrícolas en las diferentes comunidades pero la mayoría han fracasado por las condiciones climáticas extremas que contemplan ciclos de grandes lluvias seguidos de sequías que pueden durar largos meses. A pesar de ser Paraguay uno de los países con más reservas y disponibilidad de agua potable, los indígenas tienen escaso acceso a agua de red (DGEEC 2008).
Tradiciones y religión
Aún mantienen algunas artesanías como la cestería, los tejidos en caraguatá y en algodón y adornos que fueron incorporando productos manufacturados para su confección. La alfarería, por el contrario, se encuentra completamente en desuso y no se tiene conocimiento de que la practiquen. En la actualidad, las mujeres son las que realizan las artesanías para vender y obtener alguna renta para aportar a la economía familiar.
Xápop agkok énxet apagkok
En 2005 y 2006, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al gobierno de Paraguay a devolver la tierra a dos comunidades, Yakye Axa y Sawhoyamaxa, que habían estado viviendo al lado de una carretera durante muchos años desde que fueron expulsados por hacendados de su hábitat tradicional. La Corte dio al gobierno tres años para cumplir con las sentencias pero aún siguen sin cumplirse completamente.